En el último curso de mi carrera tuve un profesor extraordinario. Un día nos preguntó:
¿Qué habéis aprendido en estos años de carrera?
Después de cinco años de Derecho en clase pensábamos que habíamos aprendido códigos, leyes y, sobre todo, tomos y tomos de jurisprudencia. Sin embargo, mi profesor tenía otro punto de vista.
Habíamos aprendido a encontrar las leyes y a interpretarlas.
Y no me cabe la menor duda de que esa era la verdad. Hace treinta años que terminé mi carrera y muchas leyes han cambiado y yo sigo siendo capaz de leerlas y de interpretarlas.
Y como docente esa es mi competencia fundamental. Soy capaz de interpretar textos que el alumnado no es capaz de comprender y con mi docencia les facilito la comprensión.
Con frecuencia nos dicen que en el siglo XXI ya no tenemos que enseñar. Es absolutamente falso. Acceder a la información no significa acceder al conocimiento si los textos no se entienden.
Esta tarea docente no termina, curiosamente, cuando se termina el ciclo. Conozco estudiantes que siguen leyendo mis sitios web para acceder a información que les resulta valiosa.
Y lo mismo hago yo. Cada día accedo a nueva información para estar permanente actualizado. Muchísimos sitios web constituyen un banco común de conocimientos y especialmente útiles son esas licencias Creative Commons que nos permiten compartir conocimiento.
En mi caso, como docente, existen también recursos que nos piden que compartamos en redes y hay redes sociales como eTwinning que nos ayudan a compartir y crear conocimiento. El año pasado terminé mi participación en un proyecto para la mejora didáctica de la enseñanza de Humanidades y todos compartimos nuestra investigación en una web que está abierta y con licencia Creative Commons.
Sin duda, el Banco Común de Conocimientos constituye una oportunidad para crecer en esta dirección.